3 razones por las que vivir en Londres

La ciudad de Londres, a veces, es tan inmensa que puede llegar a saturarte y agobiarte porque aquí nada se detiene, todo evoluciona muy rápido y todo fluye como si de las aguas de un río buscando la desembocadura se tratase.  Por ello, en el post de esta semana os voy a comentar tres de los motivos principales por los que, en mi opinión, quedarse en la city y experimentar esta aventura es una buena opción.

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3 razones por las que vivir en Londres

El primero de ellos bien podría ser que Londres es una capital llena de oportunidades que te harán crecer tanto profesionalmente como personalmente. Lo cierto es que cuando comienzas a trabajar en esta  ciudad, lo haces desde abajo. Lo sorprendente es que puedes ir subiendo escalones en muy poco tiempo, cosa que en España es bastante complicado. Desde mi punto de vista, considero que la gran afluencia de gente que viene y va es lo que proporciona esta facilidad de cambio y evolución.

El segundo motivo es la cantidad de actividades que puedes realizar. Como una de las capitales más conocidas del mundo, Londres ofrece un abanico de actividades inmenso: pasear por enormes parques llenos de flora y fauna, comer en los restaurantes más “chic”, ver partidos de fútbol, rugby o cualquier deporte profesional que te guste, asistir a eventos culturales importantes, y un largo etcétera.

El tercero y último es la gran cantidad de gente que puedes llegar a conocer. De todos es conocido que Londres es una ciudad cosmopolita en la que como la palabra indica, conviven millones de personas de distintas culturas. Muchas de estas personas son meramente pasajeras, otros muchos se convierten en tu familia. Tener amigos por todo el globo terráqueo es una manera de enriquecerse y seguir creciendo como persona, y eso puede ocurrir si vives en ciudades tan cosmopolita como lo es Londres.

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Y hasta aquí el post de esta semana, espero que lo disfrutéis. Y os toméis vuestra experiencia en la capital inglesa como una aventura para seguir creciendo.

Este post es obra original de María Mora

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